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OPINIÓN | Los desfiles de moda, antes y después de la pandemia de covid-19

Nota del editor: Mari Rodríguez Ichaso ha sido colaboradora de la revista Vanidades por varias décadas. Es especialista en moda, viajes, gastronomía, arte, arquitectura y entretenimiento. También es productora de cine y columnista de Estilo de CNN en Español. Las opiniones expresadas en esta columna son propias de la autora. Puedes leer más artículos en CNNE.com/opinión.

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macamilarincon
CNN ESPAñOL — Nota del editor: Mari Rodríguez Ichaso ha sido colaboradora de la revista Vanidades por varias décadas. Es especialista en moda, viajes, gastronomía, arte, arquitectura y entretenimiento. También es productora de cine y columnista de Estilo de CNN en Español. Las opiniones expresadas en esta columna son propias de la autora. Puedes leer más artículos en CNNE.com/opinión.

(CNN Español) –– ¡La magia de los desfiles de moda es de esos momentos que no se olvidan! Un espectáculo bellísimo, con elementos teatrales, música impactante, colores rutilantes y las modelos más bellas del mundo. Un espectáculo que te envuelve en una nube de sueños, y por media hora ––¡porque eso es todo lo que duran!–– te lleva muy lejos de tu vida cotidiana.

No tengo superlativos suficientes para trasmitirles estas emociones. Y por muchos años he asistido a desfiles únicos, extraordinarios, que marcaron mi carrera y mi vida como periodista. Especialmente cuando los he presenciado en París, desde siempre la capital de la moda, en Milán o en Nueva York. ¡Especialmente cuando tienes la suerte de conocer las creaciones de diseñadores consagrados como Dior, Saint Laurent, Oscar de la Renta, Armani, Carolina Herrera, Givenchy o Valentino!

Por eso, ahora con la incertidumbre de la vida bajo el covid-19, los que amamos la belleza y la creatividad de la moda nos preguntamos si habrán terminado para siempre los grandes desfiles de pasarela, en la forma en la que los conocíamos. ¿O volverán, aunque sea con un estilo innovador? ¿Serán presenciales o virtuales?

Las preguntas son muchas y, personalmente, creo que habrá una mezcla de formatos. Para empezar, tendremos muchos menos desfiles al año. Quizás dos como máximo, los de verano y los de invierno, siempre los más importantes y bellos. Y en vez de cientos de ellos en infinidad de ciudades del mundo, tendremos un pequeño grupo de desfiles presenciales, con capacidad reducida de invitados, en ciudades clave como París, Milán, Londres y Nueva York.

Considero que los demás serán puramente virtuales, accesibles a millones de espectadores en todo el mundo, como se ha venido haciendo este año.

Hasta ahora los diseñadores, incluso los más famosos, se tenían que gastar verdaderas fortunas para producir sus desfiles de cuatro a seis veces cada año. Por ejemplo, en la Semana de la Moda en Nueva York pueden llegar a costar más de US$ 300.000 cada uno, según la revista Vogue, y ya antes de la pandemia los creadores se quejaban mucho de esa realidad en el sector. Es más, los extraordinarios espectáculos de Karl Lagerfeld para Chanel en el Grand Palais de París probablemente solían sobrepasar esas cantidades.

El costo de la producción, el alquiler del local, las carísimas modelos, los estilistas y, como colofón, el dinero y los gastos que exigían ––a través de sus agentes y publicistas–– algunas celebridades para prestar su presencia en la primera fila de las pasarelas, sumaban miles y miles de dólares. En varios casos había que añadir el avión privado y las habitaciones de lujo en hoteles como parte del arreglo. Un costo insostenible para una industria tan competitiva.

Modelos usando mascarillas caminan por la pasarela durante el Desfile de Moda de Máscaras de Corea 2020 en medio de la pandemia de coronavirus en el Hotel Riverside el 24 de julio de 2020 en Seúl, Corea del Sur. (Crédito: Chung Sung-Jun/Getty Images)

Además, no hay duda de que aquellos espectáculos se habían vuelto eventos superextravagantes y hasta absurdos, donde ver celebridades mientras se reciben empujones de los paparazzi era más importante que la ropa que las famosas modelos mostraban en las pasarelas. ¿Y en la audiencia? Miles de ‘periodistas’ ––de pronto un teléfono celular convertía a todos en fotógrafos–– y los «influencers», tomando fotos, parándose y bloqueando la vista de los demás, haciendo transmisiones en vivo por internet, hablando sin parar y sin prestar la menor atención a la ropa.

Así de loco y fuera de control era todo antes de la pandemia, y en los últimos años esto había deslucido mucho los desfiles, convirtiéndolos en algo parecido a un circo. Un circuito en el que muchos diseñadores, como Tom Ford y Narciso Rodríguez, se negaban a participar, y optaban por veladas mucho más íntimas y exclusivas.

Ahora, con tantos cambios en nuestro estilo de vida, estoy segura de que el futuro de los eventos de moda no incluirá ningún tipo de excesos. Y será un bienvenido cambio, sobrio y con mucho más estilo. Los desfiles, tanto virtuales, como algunos presenciales, sí van a incluir un genuino interés en la belleza y la originalidad de los diseños. Aplaudiremos el talento de los verdaderos creadores, en un giro de la moda a algo más parecido a su glorioso pasado. A épocas no tan lejanas, cuando los desfiles eran superelegantes, muy especiales, divinos y con menos espíritu de ‘multiespectáculo’.

Se usarán técnicas nuevas, la ayuda de internet y las ventajas de las transmisiones en vivo vía streaming. Los desfiles del futuro serán fascinantes producciones que nos encantarán, pero en las cuales la belleza y el impacto de la ropa será la protagonista total y absoluta. ¡Tal como debe ser!

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