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ANÁLISIS | Ecuador y Perú indican divisiones políticas que podrían afectar a la región

(CNN) — Más de un año después de la pandemia y a medida que resurgen los casos de covid-19 en América Latina, dos elecciones recientes sugieren que las opiniones políticas populares sobre cómo escapar de la crisis siguen estando profundamente polarizadas, en un momento en que la cohesión es más necesaria.

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Mariana Toro
CNN ESPAñOL — (CNN) — Más de un año después de la pandemia y a medida que resurgen los casos de covid-19 en América Latina, dos elecciones recientes sugieren que las opiniones políticas populares sobre cómo escapar de la crisis siguen estando profundamente polarizadas, en un momento en que la cohesión es más necesaria.

La política sudamericana está frecuentemente interconectada, a veces con tendencias políticas compartidas. En toda la región, se necesitan urgentemente reformas políticas y económicas debido al dramático impacto económico de la pandemia, que ha afectado de manera desproporcionada a los trabajadores informales y de bajos ingresos que han visto prácticamente desaparecer sus fuentes de ingresos en el último año. Pero las votaciones presidenciales de Perú y Ecuador este fin de semana sugieren que el camino hacia un consenso nacional en cualquiera de las dos naciones aún es largo y complicado.

El panorama de Perú parece dividido después de la primera vuelta. Los resultados de las elecciones preliminares indican que los votantes favorecieron a candidatos de los extremos más alejados del espectro político, incluido el líder sindical Pedro Castillo, cuyo programa electoral exige la adopción de la teoría económica marxista, y la derechista centrada en la seguridad Keiko Fujimori, hija del deshonrado exlíder peruano Alberto Fujimori. Los dos se enfrentarán en junio por una segunda ronda, aunque la carrera podría complicarse por el hecho de que Fujimori también enfrenta cargos de corrupción.

Ecuador dio un giro a la derecha, eligiendo a un conservador multimillonario, el exbanquero Guillermo Lasso, después de casi catorce años de gobierno de izquierda en el país. Pero su victoria fue también el resultado de otro choque de candidatos extremos, luego de enfrentarse al economista de extrema izquierda Andrés Arauz.

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Lasso, que se había lanzado anteriormente en 2013 y 2017 pero se quedó corto, ganó esta vez solo por 5 puntos, una señal de lo dividido que estaba el electorado. Había prometido dirigir un gobierno de libre mercado que favorezca la inversión, que se espera acerque a Ecuador a los intereses estadounidenses en la región. Su rival Arauz, en cambio, había prometido una subida de impuestos y una disputa con el FMI por un préstamo al país en septiembre. Lasso se apresuró a decir que su gobierno tiene la intención de reembolsar el préstamo en su totalidad y dentro de cuatro años.

En ambas elecciones, lo que estuvo mayormente ausente fue una figura central que pudiera ganar votantes en todo el espectro político, algo que no es nuevo en Sudamérica, una región notoria por sus candidatos coloridos e incendiarios.

En otras naciones, la pandemia ha puesto de relieve la necesidad de un consenso nacional, acuerdos entre fuerzas políticas que deciden implementar las medidas necesarias para controlar el virus. Un ejemplo de ello es Italia, donde se ha formado un «gobierno de unidad nacional» bajo el liderazgo del primer ministro Mario Draghi y apoyado por casi todas las fuerzas políticas de la nación. En EE.UU., la administración de Biden también ha expresado la necesidad de trabajar con el otro lado del pasillo para dirigir a la nación frente a la pandemia.

Pero un impulso hacia la unidad ahora parece poco probable en Ecuador o Perú, una tendencia que también podría surgir a nivel regional. En Colombia y Brasil, donde se avecinan elecciones, el centro tampoco ha logrado movilizar a un candidato convincente.

Una advertencia para otros candidatos de izquierda en Sudamérica

Si bien los resultados preliminares de Perú han puesto a un candidato de izquierda en la cabeza, la victoria de Lasso en Ecuador no se ve bien para la izquierda tradicional de Sudamérica.

El candidato perdedor Arauz dirigió su campaña bajo la sombra del expresidente Rafael Correa, quien gobernó el país de 2007 a 2017 en una plataforma populista de izquierda. El apoyo del exlíder izquierdista le dio a Arauz una base sólida –lideró la primera vuelta de las elecciones con 31,5% de los votos– pero también significó que solo unos pocos votantes indecisos acudieron a él en la segunda vuelta.

«Esta elección fue otro referéndum sobre Correa y un reflejo de su legado polarizador», dijo John Polga-Heicemovich, profesor de política comparada en la Academia Naval de Estados Unidos que escribe extensamente sobre Ecuador.

«Muchos votantes de Lasso parecen haber celebrado la derrota del correísmo más que la victoria de su candidato. El hecho de que Arauz ocupara el tercer lugar en cinco provincias, detrás de Lasso y el voto nulo, también refleja el legado dividido de Correa entre la izquierda ideológica y el pésimo historial con los indígenas y el medio ambiente», dijo.

La deficiencia de Arauz es una advertencia para otros candidatos sudamericanos de tendencia izquierdista que pueden intentar replicar el éxito de los líderes izquierdistas de la «Marea Rosa» que estuvieron en el poder durante el auge de las materias primas de principios de la década de 2000. Esa generación de líderes de izquierda supervisó un impulso temporal del consumo debido a la expansión de la inversión pública, pero no logró poner fin a la desigualdad crónica de Sudamérica ni crear reformas estructurales.

Una serie de escándalos de corrupción en muchos países de la región durante la última década también han empañado el legado de ese período.

El estancamiento que se avecina

En general, el panorama político sigue siendo un revoltijo en toda la región, y la política dividida y la historia reciente indican que la gobernabilidad será un desafío tanto en Ecuador como en Perú en los próximos años. Los futuros líderes de ambos países pueden tener dificultades para aprobar leyes en sus respectivos Congresos, en un momento en que la pandemia de covid-19 está alcanzando un nuevo pico.

El partido de Lasso, CREO, tiene un pequeño número de escaños en el Congreso de Ecuador, donde el partido de Arauz será la fuerza más grande. Y en Perú, los resultados preliminares sugieren que el nuevo Congreso tendrá hasta 11 grupos parlamentarios, ninguno con mayoría. «Los partidos siguen siendo frágiles», le dijo a CNN Denisse Rodríguez-Olivari, politóloga peruana de la Universidad Humboldt en Berlín, Alemania, incluso antes de que se llevara a cabo la votación. «Nacen, crecen durante una elección y luego mueren, por lo que son bastante efímeros».

La amenaza de un estancamiento político no podría llegar en peor momento para ninguno de los dos países. Ambos están rezagados en sus campañas de vacunación. Al ritmo actual, pasarían años antes de que Perú y Ecuador alcancen la inmunidad colectiva. Con 170,9 muertes por cada 100.000 habitantes, Perú tiene la peor tasa de mortalidad por coronavirus en América Latina, según datos de la Universidad Johns Hopkins, mientras que Ecuador tiene la sexta proporción más alta de muertes por covid-19 por casos en el mundo.

Sus economías tienen una necesidad similar de cuidados intensivos. Según el FMI, la economía de Perú fue la que más sufrió entre los principales países de América Latina y el Caribe, con una contracción del 12% en 2020 debido al impacto de la pandemia en los mercados globales que compran la materia prima de Perú y las duras políticas de bloqueo impuestas por el gobierno para intentar reducir la propagación del virus. Mientras tanto, la solicitud de préstamo de Ecuador al FMI el año pasado es un testimonio de la reciente escasez de ingresos externos del país.

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Otros partidos políticos de la región podrían aprender una lección de los resultados en Ecuador y Perú: una victoria de Arauz, por ejemplo, habría sido un impulso para políticos como Luiz Ignacio Lula da Silva, quien está apuntado a postularse nuevamente para la presidencia de Brasil en 2022.

Los complicados escenarios que estos resultados anticipan son también una advertencia para Colombia, que también se encamina a elecciones el próximo año y donde el escenario político está profundamente polarizado mientras los problemas económicos agudizan la necesidad de reformas ambiciosas.

«A pesar de que la pandemia de covid-19 azota la región, existe una necesidad urgente de considerar reformas estructurales que pongan a América Latina en una senda de largo plazo de crecimiento económico y movilidad social ascendente», dijo Gonzalo Schwarz, gerente general del Centro para América Latina en Atlas Network, un think tank liberal en Washington.

«Solo con una agenda dual de reformas la región podrá romper su actual ciclo de estancamiento económico y desigualdad».

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